Bases para el cambio

Ya es un lugar común afirmar que nada cambiará en tu vida salvo que cambies tú. ¿Por qué, dado que está en nuestras manos, el hecho de cambiar resulta tan complicado?

Yo creo que lo que lo hace tan complicado es justo el inicio del camino, y es que para empezar a cambiar son necesarias tres cosas:


  1. Tener el coraje de admitir que la vida que tenemos no es la vida que deseamos tener.
  2. Tener la humildad suficiente para reconocer este hecho doloroso ante terceros (yo diría que en las primera etapas del camino es necesario buscar a alguien que te acompañe, en mi caso la Coach Ana Oliver. Mil gracias por tu apoyo, tu sabiduría y el espacio que me diste para que pudiese encontrar mi propio camino)
  3. Asumir responsabilidad por la propia vida y llegar a entender que la vida nos trae lo que nosotros nos damos
Los dos primeros pasos son los auténticamente jodidos ya que implican dejar de protegerte y empezar a exponerte y eso genera cantidad de miedos. Cuando has hecho eso, lo más difícil está hecho. A partir de ahí puedes empezar a dar pasitos en dirección a ti mism@ y a la vida.

Conozco a alguien tremendamente airado, tremendamente infeliz, que en lugar de utilizar el verbo "irse" emplea "fugarse"; yo diría que en eso básicamente consiste su vida, en una fuga hacia delante que es una fuga lejos de sí.
La cosa es que únicamente hay dos puntos de fuga: el uno, hacia la infelicidad, el otro, hacia nosotr@s mism@s.

Es por ello que debemos ser muy cuidadosos con lo que elegimos, y esforzarnos en elegir bien; el precio del error es nuestra "alma", nuestra esencia, el ser de luz que estamos llamados a ser.

Al final, lo más importante, lo indispensable, es reunir el coraje para mirarnos sin pantallas. Al hacerlo, descubrimos no el desagradable ser que temíamos, sino ese ser único y especial que estamos llamados a ser, que en potencia ya somos. Llegados a este punto, cuando al fin conseguimos descubrirnos como seres dignos y valiosos, podemos sin dificultad convertir esta potencia en acto. 

Tú que me lees eres un ser digno y valioso, ojalá ya lo sepas, pero, si así no fuese, ármate de coraje, asume ante ti que la vida que vives no es la tuya, esa que estabas llamad@ a vivir y que te permite desarrollar al máximo tus capacidades y potencialidades, y busca ayuda para dar los primeros pasos en el camino de la plenitud. Valdrá la pena.

Un saludo, herman@s caminantes



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