Cuerpos gozosos

Matisse "Jazz"



Desde hace un par de meses, mis días transcurren en clínicas, rodeada de cuerpos dolorosos. En demasiadas ocasiones, no somos conscientes de ser un cuerpo hasta que éste se convierte en el lugar del dolor y nos obliga a prestarle nuestra atención, habitualmente volcada en otras cosas.



Algún día, tu cuerpo, el mío, el de todos, será el lugar del dolor. En lo que ese día llega, haríamos bien en recordar que también es el lugar del placer, el único posible, y ocuparnos en celebrar y disfrutar de todas las maneras posibles ese cuerpo que somos.

Una de las mejores maneras de disfrutar de nuestro cuerpo y convertirlo en el lugar del placer es la de convertirlo en un regalo para otro y convertirnos en un regalo para él, para ese otro con el que nos compartimos. Y es que no hay placer desligado del cuerpo, y aunque existen muchos placeres distintos, el único que engloba todo lo que somos sigue y seguirá siendo el placer sensual, no el sexual como creen los tontos, perdiéndose con ello tantas cosas, sino el de la sensualidad plenamente asumida, compartida y disfrutada.



El mejor juguete que tenemos, el campo de juego por antonomasia, no es el de nuestro equipo de fútbol, es nuestro cuerpo y el de aquellos que con generosidad, entusiasmo, alegría y curiosidad se regalan para nosotros.

Los únicos disfraces aceptables en este campo son el de explorador y el de aprendiz, aunque sea habitual encontrarnos o mostrar el de conquistador, el de experto, el de perdonavidas, el de muerto... (entiéndelo todo utilizando el masculino como género neutro).

Es difícil encontrar un campo de juego abierto, es complicado abrir el campo en una cultura en la que sigue predominando la escisión cuerpo/mente. Con estos parámetros, nuestra piel no funciona como la puerta de acceso a nuestro ser sino como el último reducto de su defensa. Casi todo el mundo está dispuesto a dejarte llegar hasta ahí pero las puertas de acceso al interior están todas cerradas.

La cultura occidental no escribió el Kamasutra; tampoco aquí se desarrolló el Tantra; aquí el cuerpo era el lugar del pecado y no el del placer y eso todavía se nota y se arrastra; en el siglo XXI, al menos en occidente, se ha liberalizado el uso del cuerpo como lugar de la exhibición y de la reafirmación del yo pero sigue estando pendiente la asunción del cuerpo como el lugar del placer y del encuentro, no un lugar cualquiera sino el único posible, el lugar donde tu yo se funde y se mezcla con un yo otro.

La cuestión es ¿cómo vas a compartir tu yo, ese ser que eres, si no sabes quién eres? ¿cómo vas a mostrarte en tu fragilidad –y somos pura fragilidad- si no eres capaz de confiar en el otro ni en ti?

Así que importante: descubre quién eres y regálaselo a todos aquellos a quienes des acceso a tu piel, regálate como campo de juego para ti y para el otro, asume tu cuerpo como cuerpo gozoso y disfrútalo y compártelo con quien creas merecedor de ese regalo.

Algún día, el dolor se adueñará de ti; mientras tanto, dale espacio al placer: aprende, disfruta, emociónate, juega, descubre, apasiónate y comparte.

Eso sí, recuerda que en ese campo de juego, se debe jugar como lo hacen los niños: con total implicación y entrega, con total honestidad, con infinito respeto y miramiento por la fragilidad y la integridad de la persona que comparte contigo lo más valioso de sí: su “mismidad”. Gratitud infinita e infinito cuidado para ese alguien que abre para nosotros su cuerpo y su mundo y nos lo regala.

Dedicado a todos los amantes generosos que se regalan y se comparten en libertad y para ti,  hermoso cuerpo gozoso.


Matisse "Desnudo azul"


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